Caballero Bonald comete la infracción de ganar el Premio Nacional de Poesía

Cuentan desde ayer todos los medios de comunicación y la blogosfera, que José Manuel Caballero Bonald recibió el Premio Nacional de Poesía (de España) por su obra "Manual de Infractores". Tuve la suerte de leerlo a principios de verano como uno de esos caprichos que uno se da a sí mismo, y el libro es de una altura poética extraordinaria. En mi opinión está a la altura del Diario de Argónida, que también me entusiasmó (son los dos únicos que he leído).

Poeta, novelista y ensayista español nació en Jerez de la Frontera, Cádiz, en el año 1926. Estudió Astronomía en Cádiz y más tarde Filosofía y Letras en Sevilla y Madrid. Militante anti-franquista, pertenece al grupo poético de los 50 junto a José Ángel Valente, Claudio Rodríguez, José Agustín Goytisolo y Jaime Gil de Biedma, entre otros.

Vivió fuera de España por varios años y a su regreso trabajó en el Seminario de Lexicografía de la Real Academia Española. Obtuvo el premio Boscán y de la Crítica de Poesía en 1959, el Biblioteca Breve en 1961, el de la Crítica de Novela en 1975, el de la Crítica de Poesía en 1978, el Plaza y Janés en 1988, el premio Andalucía de las Letras en 1994, el XIII Premio de Poesía Iberoamericana Reina Sofía en 2004 y el Premio Nacional de Letras en 2005. En 1996 fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía.

De su obra poética se destacan: «Las adivinaciones» en 1952, «Memorias de poco tiempo» en 1954, «Pliegos de cordel» en 1963, «Vivir para contarlo» en 1969, «La costumbre de vivir» en 1975, «Toda la noche oyeron pasar pájaros» en 1981, «Tiempo de guerras perdidas» en 1995, «Diario de Argónida» en 1997, «Copias del natural» en 1999, y «Manual de infractores» en 2005.

Como agradecimiento, felicitación y homenaje a su poesía incluimos este poema suyo:

LA BOTELLA VACÍA SE PARECE A MI ALMA

Solícito el silencio se desliza
por la mesa nocturna,
rebasa el irrisorio contenido del vaso.
No beberé ya más hasta tan tarde.
Otra vez soy el tiempo que me queda.
Detrás de la penumbra
yace un cuerpo desnudo
y hay un chorro de música insidiosa
disgregando las burbujas del vidrio.
Tan distante como mi juventud ,
pernocta entre los muebles el amorfo,
el tenaz y oxidado material del deseo.
Qué aviso más penúltimo
amagando en las puertas,
los grifos, las cortinas.
Qué terror de repente de los timbres.
La botella vacía se parece a mi alma.
Por las ventanas, por los ojos
de cerraduras y raíces,
por orificios y rendijas
y por debajo de las puertas,
entra la noche.

Notas en blogs: Luz de Limbo, dhistoria, Moleskine Literario

 

posted by Napi_Di_Loop, El lobo bueno on 6:42 p. m.

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