Tabla rasa: por una cultura insostenible



Hoy se publica mi segundo artículo en La Opinión de Tenerife titulado Tabla rasa: por una cultura insostenible
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Tabla rasa: por una cultura insostenible

Miles de ciudadanos han respondido a través de la red al anteproyecto de Ley de Economía Sostenible con una contundencia sin precedentes. Están en juego varios derechos fundamentales que el actual texto podría vulnerar

RICARDO TAVÍO Soy un entusiasta de evitar las reuniones profesionales innecesarias, a pesar de la inconveniente manía nacional de celebrar juntas, asambleas, congresos y tertulias a toda costa. Y en los casos en los que es indiscutible y necesaria, una hora de duración me parece más que suficiente. Dicho esto también es de justicia recordar que no soy alcalde, diputado, ministro ni ocupo cargo similar alguno. Mis decisiones no afectan a cientos de personas, aunque bien pensado no afectan ni al gato que no tengo, ni a la paloma que definitivamente estaba muerta. Pero con todo, creo que si en mi mano estuviera tomar decisiones que afectan a los derechos fundamentales de los ciudadanos, y convocara a los interlocutores de turno a una reunión, ¿qué menos que una hora de intercambio de ideas?

El pasado jueves la ministra de Cultura, González Sinde, tras el revuelo mayúsculo formado por la presentación del anteproyecto de Ley de Economía Sostenible, no se digno a reunirse más que media hora con un conjunto de interlocutores espontáneos de miles de ciudadanos, a los que además había convocado ella misma la tarde anterior, imagino que como quien invita a una merienda a sus amigos y les pide que traigan té y pastas. Miles de ciudadanos, periodistas, profesionales, creadores... que se organizaron y apoyaron un manifiesto a través de blogs, redes sociales, emails… en un solo día, estaban representados accidentalmente en esa mesa con un ¡objetivo común!, lo que en este país es un acontecimiento a la altura de un Alcoyano-Alcorcón. Lo que salva a la ministra es que tenía una excusa perfecta: inaugurar un museo, algo más a la altura de su cargo que pisotear libertades.

En el fondo creo que coincido con la actitud de la Señora ministra. El problema somos nosotros. Nos hemos empecinado en tener claro que saltarse las garantías que otorga el estado de derecho para cerrar una web, a favor de una siniestra comisión independiente a la que otorga facultades jurisdiccionales, sancionatorias, y de inspección es vulnerar nuestros derechos fundamentales. Nuestra testarudez merece que nos limiten la red como en China o en Cuba, no cabe duda.

Me pregunto si cuando la ministra convoca a la Coalición de Creadores (lobby que incluye a sociedades como SGAE, EGEDA, Promusicae…) a una merienda-cena les pide que traigan pastas o solamente borradores de ley que les permitan saltarse la función jurisdiccional que cumplen los tribunales. Y además, ¿Qué manteles utilizarán en esas mesas? ¿Los tejerá Teddy Bautista? ¿Cuánto durarán sus reuniones? ¿Se levantará la ministra, cuando no está de acuerdo con algo diciendo: Sebastián, mi bastón y mi sombrero, pero esto es una ley?

Personalmente no quiero una cultura ni sostenida ni sostenible. Aunque si tuviera que elegir sospecho que el criterio determinante sería el número de sostenidos y el tamaño de los sostenes. De momento abogo por una cultura insostenible, que haga colapsar el sistema y nos obligue a volver a empezar.

Como dijo Blas de Otero: Pasa. La sangre, pasa. Boca arriba./ Como los muertos. Como todo. Pasa. / (Aquí el poeta, blanco, sin saliva,/ Se vio perdido. Muerto. Y tabla rasa.)

Pues eso, ojalá esté cerca el momento de hacer tabla rasa, y tras las guerras de poder y la sangre vertida, la imaginación y el talento de los nativos digitales arrastren a la rancia oligarquía de las industrias culturales, ancladas en un concepto decimonónico de propiedad intelectual.

 

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